jueves, 14 de diciembre de 2006

Martilla

Esta mañana he visto a Martilla. Eran las 8:40 o cosa así, con la fresca. Cerca del edificio de El Mundo, donde trabajamos juntos hace ya tres años y medio. Martilla era mi amiga. Y dejó de serlo. Por decisión suya. Eligió dejar de ser mi amiga (sigo siendo un tipo dramático cuando quiero, ¿eh?)... Estaba hablando con una señora y la volví a mirar cuando pasaba ya de largo, "¿será ella? ¿será Martilla?". Sí, lo era. Tenía un aspecto... distinto. Como de señora mayor. No sé si eso es bueno o malo. Lo que si sé es que ella me ha mirado ("¿qué hace este tío mirándome tan fijamente?"), y que me ha reconocido. Justo en el segundo en que me reconocía, yo he bajado la cabeza, me he metido mis periódicos gratuitos en la mochila y he seguido caminando. He decidido no saludarla. Supongo que este es un indicador claro de que no llamaré Martilla a mi hija. Mi amistad con ella no superó la prueba del tiempo. Parece ser que mi buen recuerdo de ella, tampoco... A ver, entendedme, no la odio ni nada. Sólo digo que, ¿por qué voy a llamar a mi hija con el nombre de una chica que, pasado el tiempo, no significa más que un recuerdo agridulce? Es curioso, tomé la decisión del nombre con la cabeza. Pero mi corazón ha dicho: "Pero, tío, ¿qué Martilla ni Martilla? Búscate un nombre mejor para tu hija". Así que tendré que hacerle caso.

Esto del corazón y la mente es curioso, ¿por qué nunca hacen equipo? "El corazón tiene razones que la razón no entiende", ¿era así? Sea como fuere, el tema me viene estupendamente para hablar de "Cara a cara con la vida, la mente y el universo", que no es un manual de autoayuda, sino el libro de Eduardo Punset (sí, el de Redes, el mítico) que me estoy leyendo simultáneamente con el de House. ¿Os suena a coñazo? Pues nada de eso. Es apasionante. Tal cual. Empecé a leerlo porque por las mañanas necesito un libro flexible, pequeñito y de tapas blandas para cuando me espachurran en el metro-de-madrid-vuela, que el libro pueda deformarse para salir con vida. El de House lo reservo para las vueltas en metro, y para casa (indicador de que lo estoy gozando, cuando leo un libro en mi propia casa...).

Bueno, a lo que íbamos, Punset le pregunta que por qué esa distinción entre "escuchar a la mente" y "escuchar al corazón" a la hora de tomar decisiones a Steven Strogatz. Éste, aparte de intentar explicar la distinción, se decanta claramente por escuchar al corazón. Espera, espera... ¿¿Steven Strogatz?? Este señor es un profesor de Matemática Aplicada en la Universidad de Cornell, USA, donde estudia la emergencia de sincronías en la naturaleza. Ejemplo: dos personas cualesquiera de nuestro planeta se pueden relacionar entre sí por una cadena de, como media, sólo seis conocidos. (¡Eh! ¡Esto es lo que dije en mi anterior post del juego de seis grados de separación! Os juro que es pura casualidad, mi post lo escribí ayer, el libro lo he leído hoy).

Punset: -Cuando sientes una pequeña molestia en el estómago que indica, de modo automático, porque es un proceso autoorganizado, que está en plena digestión, ¿te sientes más seguro de las señales de este proceso automático que con las decisiones que tienes que tomar tú de manera consciente, porque el proceso no está automatizado? Me refiero a decisiones como aceptar un empleo, casarse o viajar. ¿Te sientes mejor con algo que está autoorganizado o con algo que no lo está? ¿O te da igual?

Steven Strogatz: -Me encanta tu pregunta. Si la he entendido bien, tu idea es que el instinto y la intuición son procesos más autoorganizados que los pensamientos conscientes muy elaborados y lógicos. A través de las decisiones importantes de mi vida he aprendido que es mejor fiarse del corazón. Es una idea romántica, pero también es muy práctica. Cuando tomamos decisiones con el corazón o el estómago son siempre mejores, no sé por qué. (...) Creo que todo el mundo sabe que esto es cierto y que cuando se toman decisiones hay que escuchar al corazón, porque tiene toda la información importante. Cuando piensas en la posibilidad de abandonar una idea, o al decidir entre ventajas e inconvenientes, o cuando hay buenos motivos en un lado y en el otro, normalmente el corazón lo sabe. No lo sé, esta es otra buena cuestión para la ciencia. ¿Por qué el corazón y el estómago son mejores tomando decisiones que el cerebro?


¿Martilla? Prefiero llamarla Princesa Consuela, como Phoebe.

P.D. Marta me parece un nombre bonito. Es Martilla el que ya no me hace tilín...
ACTUALIZACIÓN: Son las 2:10 a.m. y en Noche Hache está de invitado... ¡Eduardo Punset! Oh my god... últimamente vivo una etapa de extrañas conexiones... ¿Conoceré mañana a Brandon Routh para cerrar el círculo? Deseadlo todos. Deseadlo con fuerza.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, Juan, te ha salvado de mis agresiones verbales esta pequeña posdata. Marta es un gran nombre. Martilla no es un nombre, igual no te habías dado cuenta. Me parece bien que no llames a tu hijilla Martilla por los recuerdos que te trae esta señora. Pero yo soy agradable y simpàtica y puedes usar mi nombre, nunca tendrás un mal recuerdo mio (o eso espero).
En mi vida las casualidades han jugado un papel muy importante (que académico me ha quedado). Hace aproximadamente 2 minutos me he vivido una en mi blog (esta en los comments de mimosin).
Tienes que leer el cuaderno Rojo, de Paul Auster (si no lo has leido aún) Cuenta como las casualidades le han afectado en su vida. De hecho cuenta que él es escritor por casualidad.

Anónimo dijo...

Sí, cuando terminé el post pensé... A ver si la Echalotte se molesta... Marta es un gran nombre, de hecho, es el nombre de la protagonista de una serie que le vendimos a Sony, así que ¿vale eso de prueba de que Marta es un nombre que me gusta? ¡¿Y cómo que Martilla no es un nombre?! IBA A SER UN NOMBRE: MARTILLA RODRÍGUEZ LOQUESEA... el diminutivo sería Martillilla o Martillina, no sé, habría que investigar.
De Paul Auster me compré en Nueva York la New York Trilogy, con formato superchulo como de hojas mal cortadas y textos "mal impresos"... un diseño chulo. Eso sí, todo en inglés. Y no he leído nada de Paul Auster porque soy un zoquete, pero tengo la voluntad de cambiarlo. Me apunto el Cuaderno Rojo para leerlo (I really do), y uno de un ángel tonto que está vendiendo mucho me atrae bastante también. ¿El ángel más tonto del mundo, puede que se llame?
En fin, voy a tu blog a ver esa casualidad. Thanx for posting.
-CK

Anónimo dijo...

Soy un admirador de este blog.
-Brandon Routh.